En el barrio Pablón al norte de Bucaramanga una madre asumió el rol de docente y demostró que se puede sacar adelante a sus hijos en medio de las dificultades.
Sandy Paola Menco Álvarez, madre de familia IE Rural Pablón
Aunque su profesión no es la docencia, porque desde hace muchos años desempeña otras actividades económicas para el sustento de su hogar, Sandy Paola Menco Álvarez una mujer de 33 años de edad asumió con mucha responsabilidad en este tiempo de pandemia por Coronavirus, el rol de ser la maestra de sus cuatro hijos.
Con dos de ellos en cuarto y dos en segundo grado de primaria, todos estudiantes de la institución educativa Rural Pablón, la mujer tomó la decisión de apoyar a sus hijos desde el inicio del aislamiento preventivo.
“Hacemos que se sientan en clase, por eso llevamos la rutina como si estuvieran en la escuela”, manifiesta con mucho optimismo.
Con un tablero que ubicó en la pared, papel, crayones y utilizando las escaleras como asientos, la joven madre orienta día a día a sus hijos, explicándoles las tareas que deben hacer, atendiendo siempre las orientaciones de los profesores de la institución.
“Estoy muy contenta porque regularmente los profes están ahí apoyándome cuando tenemos una duda o inquietud en las tareas que estamos haciendo”, manifestó.
Con mucha paciencia la madre les lee o pone a leer a sus hijos las cartillas de ‘SER COMPETENTE’, que fueron entregadas por la institución del Pablón. “Nos entregaron dos de español y dos de matemáticas y estamos trabajando en esas cartillas”, dijo.
Y mientras pasa toda esta emergencia sanitaria que no les permite disfrutar de las salidas a la calle, Sandy Paola atiende todos los días la enseñanza de sus hijos en casa, trabajando de lunes a viernes en los horarios habituales del colegio, simulando que su casa es la institución educativa.
“Acá nos divertimos un poco y nos relajamos los viernes, que es el día que nos envían videos”, agregó.
Sobre las 11:00 de la mañana, y luego de cumplir con el acompañamiento escolar de sus hijos, la madre da por terminada la jornada educativa con el convencimiento y la responsabilidad de que vendrá otro día que será mejor para toda su familia.
Por: Édgar A. Sánchez