La estrategia busca interactuar con los bumangueses a través de mensajes en salud y bienestar familiar.
Descargar Audio: Paola Andrea Peña, fisioterapeuta del ISABU
Desde una tarima que recorre los barrios de las comunas, la Alcaldía de Bucaramanga y la Secretaría de Salud y Ambiente en convenio con el Instituto de Salud de Bucaramanga, ISABU, están llevando alegría y distracción a chicos y grandes.
Se trata de una estrategia popular de calle que busca ocupar espacios para llevar alegría y esparcimiento a miles de familias, que por esta temporada aún permanecen en casa confinados.
En la tarima del vehículo rodante se escuchan mensajes alusivos al rechazo de la violencia contra la mujer y de concursos que invitan a las familias a enviar videos sobre cómo están pasando la cuarentena en casa. “Estamos realizando la estrategia carro móvil de la mujer en donde fomentamos el respeto y los valores de la mujer”, señaló Paola Andrea Peña, fisioterapeuta del ISABU.
Desde las viviendas, los niños salen de sus casas para escuchar las canciones que declama en la tarima la cantante, finalmente instructores aeróbicos promueven el ejercicio y los vecinos motivados comienzan a participar de las actividades físicas.
Padres con sus hijos, jóvenes y trabajadores del lugar, hacen una pausa activa para participar de la actividad física dirigida por el profesional. “Queremos con esta actividad que las personas salgan de la cotidianidad, se distraigan y tengan un momento de alegría», explicó la profesional del ISABU.
Contagiado por este momento de esparcimiento y buena música, Lemer Valderrama un vecino del sector, salió con su pequeño hijo a hacer ejercicio. “Nos relaja porque estamos algo alterados por la situación que estamos viviendo en este encierro, y se ve más bonito y alegre el barrio”, dijo.
En ese mismo sentido opinó Gloria Salamanca: “La estoy pasando muy rico porque en esta temporada hay mucho estrés”.
Estas actividades con mensajes alusivos al respeto y la buena convivencia estarán durante dos meses por los barrios de Bucaramanga.
Por: Édgar A. Sánchez